Las caricias temblorosas de Wendy hacen que Liah jadee, y ese sonido maravilloso provoca que ella se sacuda con espasmos involuntarios.
Le parece muy sexy verlo disfrutar: que sus labios rojizos se entreabran con esa sonrisa provocativa y cómo su piel blanca se ha tornado rojiza.
Pero más le gusta cómo sabe. Y es que no pudo quedarse con la duda, así que allí está, saboreando su virilidad mientras arrastra las yemas de sus dedos por los muslos y la pelvis de Liah.
Sus labios invaden con posesión el miembro, que le parece una delicia, y luego se ayuda de sus manos para darle más placer.
Eso enloquece a Liah, quien le aprieta el cabello y empieza a jalarlo para indicarle el ritmo. A ella la excita ver su rudeza y cómo su rostro se distorsiona por el goce.
No pasa mucho para que él estalle dentro de su boca y le llene el paladar con su exquisito sabor.
Wendy rompe en carcajadas de la nada, contagiando a un exaltado Liah, quien todavía tiembla y lucha con su respiración agitada.
—¿Crees q