Liah da la orden de que no se permita que Wendy toque la piedra roja; es lo único que se le ocurre por el momento. Pues, aunque Azucena puede controlarla por medio de esta, debido a que está mezclada con la semilla por los restos que se le impregnaron, que Wendy agarre la piedra significaría que Azucena podría poseer su cuerpo, y eso sería caótico.
—¡Debemos destruir la piedra! —propone Vera mientras saca un pergamino de su bolsillo—. ¡Está aquí escrito! —Levanta el fino papel al aire.
—No lo sé —duda Liah.
Dentro de sí hay una voz lejana que lo alerta, pese a que ya habían decidido hacerlo si fuera necesario. A él poco le importa esa piedra, pero teme que destruirla dañe a Wendy.
—¡No tenemos tiempo, Liah! —le advierte Vera.
Liah observa a los zollebs luchar contra la esencia de Azucena, que dirige la piedra hacia Wendy, quien también lucha por agarrarla.
Temeroso y todavía no convencido, él asiente.
Vera sonríe satisfecha y aprovecha el entretenimiento que brindan los zollebs a la es