LAURENTH
El silencio de la habitación apenas estaba roto por el sonido de mi respiración. Alya había logrado controlar las voces de la manada, poner ese muro que Kael le enseñó a levantar, y por fin la calma me envolvía. Estaba lista para dejarme llevar por el amor de mi compañero.
Pero entonces, la puerta se abrió suavemente.
—Lau… —la voz dulce de Lyra llenó el aire. La pequeña entró con pasos tímidos, abrazando su osito de peluche.
—¿Qué pasa, cachorra? —pregunté, sonriendo al verla.
Ella se acercó despacio, con los ojos brillantes.
—Ya eres esposa de papi y Luna de la manada… y yo quería saber si…
—Dime, amor. Sabes que puedes confiar en mí.
Lyra apretó los labios, nerviosa, y entonces lo soltó de golpe:
—Me gustaría llamarte mami. Sé que mi mami está en el cielo con la diosa, pero… también sé que no le molestaría que te llamara mami a ti también.
Mis ojos se llenaron de lágrimas al instante. Sentí que mi corazón se partía pero de amor. Me agaché a su altura, tomando sus manitas