Mundo ficciónIniciar sesiónLa sala del consejo olía a sudor, acero y tensión. Andrew y Davis estaban de pie junto al mapa extendido sobre la mesa. Las marcas rojas dibujaban los puntos de la frontera donde habíamos encontrado rastros de renegados. Rhyd entró poco después, con el paso firme aunque todavía se notaba la fatiga en su cuerpo. Su presencia llenaba la sala como una sombra pesada.
—¿Qué tenemos? —pregunté, cruzándome de brazos.
Andrew fue el primero en hablar.
—Alfa, rastreamos toda la zona. No dejamos ningún renegado vivo —dijo, su voz grave—. Hemos reforzado la guardia del perímetro. Nadie podrá entrar. El bosque por donde ll







