Laurenth
Mi cerebro tardó unos segundos en aceptar la realidad.
No era una pesadilla.
Estaba abrazada a un pecho desnudo y un aroma que me embriagaba.
Su brazo me envolvía con la naturalidad de alguien que llevaba años durmiendo conmigo. Mis piernas estaban enredadas con las suyas como si fuéramos un matrimonio de toda la vida. Y lo peor de todo… es que se sentía bien. Cálido. Seguro. Malditamente perfecto.
NO.
NO. NO. NO.
¡NO!
Mi corazón empezó a golpear tan fuerte que creí que se me iba a salir por la boca. El pánico me invadió como una ola salvaje. Tenía que salir de ahí. YA.
Me incorporé de golpe.
—¡AH! ¡NO! ¡NO! —grité en un susurro furioso, mientras trataba de desarmar ese nudo de brazos y piernas sin tocar más piel de la necesaria—. ¡¿QUÉ ESTÁS HACIENDO, KAELAN?!
Él abrió los ojos de golpe, todavía medio dormido.
—¿Qué…? ¿Qué pasa? ¿Qué…?
—¡ESTÁS ABRAZÁNDOME! —repliqué en voz baja, cuidando de no despertar a Lyra, mientras lo empujaba en el pecho—. ¡¿POR QUÉ ME ESTÁS ABRAZANDO?