Confesiones y latidos contenidos.
Nicolás se atraganta con su jugo. Reik lo observa, cruzado de brazos.
—No las invito porque… no me gustan las chicas —responde Nicolás, limpiándose con una servilleta.
Reik lo mira atónito. Nicolás baja la cabeza, claramente incómodo.
—¿Eh…? —Reik parpadea—. Ah… perdón. No… no quería ser metiche.
—No pasa nada —responde Nicolás, pero su tono ya no es relajado.
Esa tarde, después del entrenamiento, mientras se cepillan los dientes en el baño del personal, Reik no aguanta más.
—Oye… si no te gustan las chicas… ¿por qué no sales con alguno de los betas del parque? Se nota que le gustas a más de uno.
Nicolás se detiene. Deja el cepillo de dientes sobre el lavamanos.
—Porque solo me gusta un chico, Reik. Y ese chico eres tú.
Reik se ríe. Una risa nerviosa, casi incrédula.
—Ah… buena esa. Pensé que ibas a decirlo en serio por un momento.
Nicolás no responde.
Reik lo mira. Nicolás lo está observando fijamente. Su pecho se alza con rapidez. Sus ojos verdes se han oscur