Con un sombrero de ala ancha de lado, gafas oscuras y un abrigo que ocultaba su figura, Kelly entraba en una habitación oculta del pequeño bar, en dónde la esperaban dos hombres, el hombre tatuado con quién Daniel había hablado la noche anterior y uno más joven, que parecía algo temeroso y discreto.
— Llegas tarde… — Se quejó el hombre de los tatuajes, cruzándose de brazos.
— Nunca llego tarde cuando se trata de nuestros negocios… — Respondió Kelly, soltando su bolso sobre la mesa. — Sobre todo este, es muy importante…
— ¿Y dónde está el lambiscón de Banks? ¿Se arrepintió? — Replicó el hombre tatuado, arrugando el entrecejo.
— Te recuerdo que nos están vigilando, no podemos venir a un lugar como este de paseo cada vez que nos venga en gana, sería muy sospechoso y peligroso si alguien nos ve… — Kelly miró al hombre tatuado de arriba para abajo con algo de altivez. — Aquí, con alguien como tú.
— Y aun así te sirves de nosotros… — ¿Esa mujer pretendía insultarlo? ¿Se creía más que é