Capítulo 28 — Si yo caigo, tú caes

Daniel había intentado evitarla todo el día, se refugió en la oficina con un par de empleados para no ser interrumpidos, fingió llamadas, alargó reuniones innecesarias, y hasta simuló revisar documentos que ya había firmado el día anterior.

Pero Kelly siempre encontraba el modo de bloquearle el paso, no importaba cuán lejos Daniel intentara estar de ella, tarde o temprano Kelly aparecía, silenciosa, calculadora, con esa mirada que lo mantenía en una cuerda floja constante.

Esa tarde, la tensión entre ellos se hizo más visible, incluso para el personal más distraído, la luz del atardecer entraba por los ventanales del pasillo que conducía a la salida de la empresa, y Daniel caminaba rápido, como si hubiera de algo que lo perseguía.

Y de hecho, así era.

Kelly apareció al final del corredor con pasos firmes, como si hubiera ensayado una entrada dramática, nadie más estaba allí.

Las oficinas cercanas ya estaban vacías o en silencio absoluto; solo se escuchaba el zumbido lejano del
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