Mónica, derrotada, caminó tras su marido y no pudo evitar la ecografía.
-Nunca hubo un embarazo.
Sentenció el médico, luego de hacer mediciones y comparaciones en una computadora, mientras comparaba resultados.
- ¿Estás seguro?
Le preguntó Alejandro, aunque no dudaba de las palabras del médico.
-Sí, observá estos parámetros.
-Muchas gracias.
-Señora, puede vestirse.
Mónica, con silenciosas lágrimas, se vistió, pensando que había perdido al hombre por quién luchó.
Tal vez esa mujer, la del ascensor, terminaría en sus brazos y hasta sería quien ocupe su lugar en la casa.
-Te pido que esto no salga de estas paredes.
-Me ofendés.
-No lo pretendo, es que hay alguien muy insistente que te va a acosar, para lograr saber de cualquier manera lo que sucedió aquí dentro.
- ¿De quién se trata?
-De una colega espectacular.
Mónica solamente escuchó las últimas palabras y sus lágrimas, volvieron a caer.
-Muchas gracias doctor.
Le agradeció Alejandro.
Ellos tomaron el ascensor, acompañados por Germán