—Ese hombre que te abordó no trabaja para Donato, así que cálmate —afirmó Pavel con seguridad—. Ese tipo se mueve entre las sombras. Desde que empecé a trabajar para Jonás, he seguido tus pasos, y por alguna razón, él aparecía una y otra vez en el camino de Lena. Lo más extraño es que le haya advertido, Alara.
—¿Estás seguro de que no está con Donato? —preguntó Lena, con el miedo aún reflejado en su voz.
—Mi informante me dijo que, después de que saliste del restaurante, Donato abandonó el lugar con su gente. A este hombre, en cambio, nadie lo vio entrar ni salir. Está oculto, y todavía no sé quién es ni qué busca —explicó Pavel, mirándola con severidad—. ¿Dónde quedaron las clases de combate? Creo que perdí mi tiempo contigo.
—Me tomó por sorpresa… su voz me heló la sangre —susurró Lena, abrazándose las rodillas mientras permanecía sentada en el borde del sofá—. No sé cómo logré mantenerme en pie. Sentí que me iba a desmayar.
—No puedo ponerte vigilancia directa, Alara. Si Donato not