Después del encuentro desfavorable con Lena, Bruno se dirigió a la mansión para hablar con su tía. Al llegar, le informaron que Florencia se encontraba en su despacho. Camino hacia allá, sin tocar la puerta, entró. Ella estaba sentada en el sofá, hojeando un libro, pero al sentir su presencia, lo cerró y lo dejó a un lado. Se levantó, sabiendo que verlo tan temprano en la mansión no traía buenas noticias.
—Bruno, ¿qué pasó? —preguntó, estudiando su expresión.
Él se acercó, le dio un beso en la mejilla y la guio otra vez hacia el sofá, invitándola a sentarse. Florencia percibió algo extraño: aunque su sobrino mantenía una mirada serena, era evidente que algo lo perturbaba.
—Tía… Lena está viva.
El rostro de Florencia se llenó de confusión, abriendo los ojos de par en par.
—¿Cómo? Si la viste en el hospital… muerta…
—Sí, estaba muriendo —admitió Bruno con voz tensa—. No sé exactamente qué sucedió, pero estaba en un tratamiento experimental y funcionó. Regreso como Alara.
Florencia frunc