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Ella no supo ser Julieta

Ella no supo ser JulietaES

Romántica
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Resumen
Índice

Sinopsis

DulceRomanceAventurasEscuela secundariaObsessivoMemóriasDrama

No hay nada más doloroso que perder a tu primer amor sin haber tenido siquiera la oportunidad de decirle adiós. Eso le pasó a Eliot Marín. Por fortuna, conoció a Mia, una chica idéntida físicamente a la muchacha que él perdió un año atrás. Eliot intentará acercarse a ella para vivir en la felicidad de una mentira, amando a la usurpadora de un fantasma. El problema será que Mia se enamorará de Eliot, sin saber que no la ama a ella, sino al recuerdo que le transmite. Primer libro de la bilogía: Ambos nos equivocamos.

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Ella no supo ser Julieta Novelas Online Descarga gratuita de PDF

Último capítulo

  • Epílogo.

    Corazón depapel.MIALa ignorancia es un arte que irónicamente sólo el sabio comprende, y que el propio ignorante odia sin saberlo.Por eso apago mi celular, ignorando deliberadamente las insistentes llamadas de Eliot.Han pasado tres meses desde que decidí terminar con la mentira que me envolvía. Mis clases habían transcurrido tranquilas y sin interrupciones por su parte, parece que respeta mi espacio personal, pero no mi decisión de no querer oír su voz a través de la línea telefónica. La semana pasada culminé mi último año de bachillerato, en este momento me encuentro haciendo mis maletas.

  • Evidencias.

    Un año y cuarenta y dos días después.Eliot se había tomado el año sabático que tenía pensado, tener doce meses libres le permitió pasar mucho más tiempo junto a su novia, y a la vez convencerla de estudiar en el mismo instituto universitario. Los adentros de la pelirroja seguían batallando entre el querer y el deber, ella sólo era el títere que su corazón y mente manejaban a su antojo.Eliot sopló las diecinueve velas que adornaban superficialmente el pastel de su cumpleaños, acarició el pelaje de su hijo Vincent y se alejó de la mesa para sentarse en el sofá junto a sus chicas.La tarde transcurría de manera lenta, pero muy agradable. Los pocos presentes hablaban de temas al azar y compartían anécdotas de cumpleaños pasados mientras abrían los regalos. Eliot se sentía más feliz que nunca, su felicidad había llegado a un límite que jamás se había imaginado, tenía a s

  • Magia.

    Ambos caminaban por el borde de la ascera como dos niños acostumbrados a añadir diversión a todas sus travesías. Eran adolescentes despreocupados que iban por la vida actuando como infantes, pero amando como veteranos.El sol iluminaba la tarde, pero no de forma exagerada. Cálida. Los pajaros cantaban su sonata de despedida para zarpar hacia una dirección donde no les diera tanto frío. Las hojas empezaban a teñirse poco a poco de un color ocre que pasaría a ser cobrizo en unas semanas.—Entonces, ¿Irás a la universidad? Este cuatrimestre te gradúas —dijo Mia, con sus brazos extendidos a los lados para mantener el equilibrio.—¿Debería ir? Pensaba en buscar un trabajo y ya —respondió Eliot, copiando su acción—. La universidad ocupa mucho tiempo, y yo quiero est

  • Señales.

    Los días y las semanas transcurrían junto a los paseos de la mano, los besos en la mejilla, las risas, el amor... Y los engaños.Eran pocas las tardes en las que la soledad de apoderaba del ambiente, pues casi todos los días una nueva aventura tocaba a la puerta de los dos adolescentes cautivos bajo el hechizo del primer amor.Entonces las madrugadas eran sagradas para Mia Suarez, pues eran las únicas horas en las que podía leer sin interrupciones, se transportaba mentalmente a todos esos escenarios de los libros que leía, se perdía entre las letras, siendo inconsciente de que en el mundo real se estaba perdiendo a sí misma.Y el sermón de la señora Gertrudys todas las mañanas era bello, intentaba hacer entrar en razón a su nieta sobre las consecuencias que le traería a mediano plazo leer a esas horas.

  • ¿Deber o querer?

    Pasadas las ocho de la mañana, el sol veraniego compartió un porcentaje de su luz para hacer saber a Mia que un nuevo día estaba comenzando. Ella se estiró e hizo una mueca de dolor ante los pequeños espasmos que se manifestaron más abajo de su pelvis.—Buenos días, el sol te dice hola —emitió Eliot, quien había abierto la ventana—. ¿Sientes dolor?Mia asintió.Él le hizo un nudo improvisado a las cortinas para que no se cerraran y se apresuró a agarrar la pastilla que había llevado junto a la bandeja del desayuno y un vaso de agua. La pecosa la bebió y se recostó del espaldar de la cama.Eliot tomó la bandeja de metal, la colocó en el regaso de su novia y le dio la espalda para adentrarse al cuarto de baño.—¿Me preparaste el desayuno? —inquirió ella, deteniendo su trayecto.—Obvio —respondió él. Se giró confuso cuando escuchó la risa de su novia—. ¿Qué?

  • Deseo.

    Alerta de contenido sexual no explícito.Mia le echaba un vistazo más a su reflejo en el espejo de la peinadora de su habitación. Llevaba puesto un lindo vestido acampanado de color ébano con las mangas a los lados, sus zapatillas de tacón hacían una perfecta combinación con el vestido y con su cabello, el cual estaba atado en un moño alto y con unos mechones sueltos, detras de sus orejas.Ladeaba su anatomía, se movía de adelante hacia atrás y daba pequeñas vueltas, aún pensando que algo le faltaba a su atuendo.Eliot tocó la puerta de su habitación sólo para avisar de su llegada, pues estaba abierta.—Esperaba encontrar a mi novia, pero me puedo escapar un rato contigo, guapa. No c

  • La magia de los cumpleaños.

    Otra mañana de soledad llegó junto al cielo que empezaba a esclarecerse, y con los diecisiete años de Mia.Los brazos arrugados de su nana rodeaban sus hombros mientras le susurraba la canción de Las Mañanitas al oído. La cumpleañera sólo suspiraba y se acurrucaba bajo el manto de la única mujer que la ha querido incondicionalmente durante lo que llevaba de vida.—¡Hola, hola, holaaaa! —Bea Francis apareció en la escena con una bandeja de desayuno de madera y unos globos de helio flotando en cada esquina —¡Felices diecisiete, mi a-mor!Dejó la bandeja con sandwiches, ensalada de frutas, galletas, café y jugo en la cama y se acercó a besarle sonoramente la mejilla a su amiga.—No sabía qué color te gustaba, eh... —rascó su cabeza—. Así que compré los globos de todos los colores... Ahm, sí... Espero que te guste.Mia emitió una risilla por la gracia que le causó verl

  • El color equivocado.

    Abuela y nieta bebían tazas humeantes de café tranquilamente mientras esperaban que los tintes hicieran efecto en sus cabellos. Mia pensó que sería buena idea compartir alguna similitud con su nana, también estaría genial un pequeño cambio de imágen.—¿Ya pensaste en qué regalo le darás a Eliot, mija? —preguntó la mujer mayor, agarrando una galleta de canela junto a su café.Mia asintió.—Compré para hacer un pequeño picknick, le diré para ir a la azotea de su edificio a comer y pasar el resto de la tarde —alzó la comisura de sus labios—. Pensaba en ir al cine, pero a él le gustan las cosas simples, lo extravagante no llama su atención.—Ay, Mia Susej —la señora negó con la cabeza—. S

  • Mincent en primavera.

    semanas habían pasado luego de los sentimientos mutuos y revelados de Romeo y Julieta. Caminaban por el parque una tarde de junio con la compañía de su amiga Bea. El castaño estaba en el medio, sujetando las manos de ambas mientras transitaban por el sendero de concreto.—El profesor no había tenido chance de corregir los trabajos —Mia comentó sobre el silencio del trío—, saqué un diez. Creo que te cobré el haberte ayudado con la maqueta del sistema solar —soltó una exhalación de gracia y se aferró al brazo de su novio.—¿Eso te dijo? —inquirió Bea con una ceja levantada hacia el chico.—¿Qué? —cuestionó Mia, a la espera de recibir una pregunta más concreta.—¿Qué de qué? —interrumpió Eliot, soltando la mano de su amiga para hurgar en el bolsillo de su pantalón de chándal —Bea, traete unos refrescos y unos elotes que hay harta hambre —le tendió unos pesos, la chica le dio una mala mirada—. Anda, y te compras a

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24 chapters
Día de San Valentín.
Ella no supo ser Julieta/Areale
 La pelirroja respiró a profundidad cuando su despertador sonó, se quedó estática con los brazos extendidos a cada lado por un minuto y decidió levantarse antes de que su abuela la llamase. Su gato Vincent se estiró sobre su cama cuando salió envuelta en una toalla. Se colocó el despectivo uniforme colegial que le correspondía ese día, cogió su mochila y salió al pasillo con Vincent entre sus brazos.—Felíz día de San Valentín —abrazó a su abuela por detrás luego de bajar al gato.—Felíz día para ti también —la anciana giró su rostro para besarle la mejilla—. ¿Quién fue esta vez el motivo de tu desvelo, mija? —le preguntó cuando se sentó en la mesa del comedor.—Dormí tempra... &m
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La noche estrellada de Eliot.
Ella no supo ser Julieta/Areale
Dando las últimas pinceladas a su liezo, Eliot pasó el dorso de su mano por su frente para quitar las pequeñas gotas de sudor que se posaban ahí.Decidió ir al baño para lavar sus manos y los pinceles que había utilizado.Por otro lado, a unos cuantos metros del salón de arte y manualidades, se encontraba Mia guardando las cosas en su mochila mientras sus compañeros salían al descanso de veinte minutos. El maestro necesitaba un favor y aprovechó que esa estudiante no había salido aún.El maestro frunció su ceño y pasó la mano por su calva, intentando recordar su nombre. Al final, terminó buscándolo en la lista.Sí, tan invisible podía llegar a ser la pelirroja que hasta los profesores olvidaban su nombre.—Suarez —la llamó por su apellido, ella se puso de pié, colgándose la mochila en el hombro derecho.—¿Señor? —dirigió su atención al hombre rapado.

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El color gris.
Ella no supo ser Julieta/Areale
El viernes había llegado por fin y Eliot salió a caminar por el parque al salir de clases. Era evidente que aún faltaban unas cuantas semanas para que se acabara el invierno, así que se acomodó la bufanda y siguió caminando.Observaba los puestos que vendían rosetas, manzanas acarameladas y cafés. Decidió sentarse en una de las bancas de color verde a deleitar su mirada con el niño y la niña que se encontraban jugando con bolas de nieve. Sonrió al recordar su infancia con su hermanastra.El clima blanco abarca las fechas más bonitas que hay, como lo son la navidad, el año nuevo, San Valentín y el inicio de la cuaresma.Bueno, así lo veía él.Se sintió animado por el vivo recuerdo que recopiló a causa de ver a los chiquillos reír. Se quedó anonadado, viendolos sin un por qué en específico, solo sonreía.—Yo clasifico las estaciones por color —una voz baja y cautelosa lo hizo girar.Leer más
Vincent el mestizo.
Ella no supo ser Julieta/Areale
Pasaron dos semanas, el invierno comenzaba a cesar para darle paso a la primavera y a sus hermosos colores.Eliot y Mia se saludaban con una sonrisa cuando coincidían en los pasillos de la secundaria, no cruzaban palabra, pero fue un avance.Lo que pasaba por la mente de Mia era que Eliot estaba bastabte guapo, y resultaba ser muy amable, cada día de deshacía de la primera impresión que le dio. Mia pensaba que las primeras impresiones no son importantes en realidad, porque todos pueden cambiar de la noche a la mañana. Y ser algo así como "loco" no fue la impresión que quiso dar el castaño, pero así lo vio la pelirroja.Y lo que pasaba por la mente de Eliot era que Mia se parecía bastante a ella... Ya no cabía duda de eso.La pelirroja se encontraba aprovechando los minutos del receso para leer en la biblioteca, le gusta más hacer tal actividad al aire libre (que en esta ocasión sería uno d
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Bea.
Ella no supo ser Julieta/Areale
 Eliot mantuvo su mirada fija en la nada y a la vez en algo insignificante al despertar aquella mañana a causa de la alarma de su iPhone.Pensaba en todas esas noches en vela que pasaba meses atrás con ella... En la cocina, preparando sandwiches con mermelada. En el sofá de la sala, viendo películas de terror; o simplemente en una de sus habitaciones compartiendo chismes y pintándose las uñas con gel transparente.Apretó los labios en un vano intento de reprimir las ganas de romper en llanto, sus ojos se cristalizaron al recordar cuando su canción sonó por primera vez en la radio, ese día estaban almorzando con sus padres y compartieron una mirada cómplice.Sus manos hicieron semejanza a las de alguien con inicios de Parkinson cuando a su memoria llegó el catorce de febrero, cuando ella le regaló a Valeria.
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Ocho de marzo.
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Mia se encontraba llegando de clases cuando saltó de la emoción por su visita inesperada.—¡Cyia! —se abalanzó sobre su hermana mayor para abrazarla —¿Por qué no me avisaste que vendrías? —murmuró contra su pecho en lo que la mayor depositaba un beso en su cabeza.—¡A mí tampoco me dijo, mija! —exclamó la nana desde la cocina, antes de que la pelirroja le echara la culpa.—Pedí permiso en el trabajo para venir —le hizo saber Cyia a su hermanita—. Ya viene el cumpleaños de la abuela —susurró—. Me ayudarás con eso, ¿No es así?—Por supuesto.Cuando el padre de ambas falleció, la hermana mayor tomó la decisión de irse a Texas para poder mantener la casa, puesto que Mia era muy pequeña y era muy difícil que la señora Gertrudys consiguiera trabajo por su edad.—Les traje regalos —hizo saber la mayor.—Mia, ¿Puedes ir al centro a comprar unos ajos?
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Tratos.
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Trozos de pastel y recuerdos en voz alta.
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