Las chicas Coldwell se hospedaron en un hotel en Palermo, Katrina, Sarah, Vanessa, Marianne y Tanya, esa noche no pudieron dormir, la pasaron llorando, sentían herida el alma, la decisión de ser sincera con los Damasco les estaba cobrando una factura cara.
Katrina se sentó en la cama, con la cara hinchada, tenía los ojos enrojecidos por el llanto, se le quedó viendo a Vanessa, que estaba acurrucada contra la pared.
— ¿Vas a tener al bebé? —preguntó, tratando de saber que es lo que haría Vanessa ahora que pensaba que no contaría con el apoyo de Dante, Vanessa era muy joven después de todo.
Vanessa se secó las lágrimas con la mano.
—Claro que sí —dijo, decidida— sea niño o niña, no voy a dejar que me lo quiten.
Se tocó el vientre aún plano.
—Voy a hablar con Darius, él me va a ayudar a proteger a mi pequeño.
Sarah se acercó y le agarró la mano.
—Cuenta con nosotras también, no estás sola en esto.
Marianne, conmovida, también se acercó a Vanessa.
—Te amamos, Vanessa, siempre vamos a esta