EganLa erección fue eminente cuando esos preciosos senos con un provocativo pezón café se veían disponibles para mí. Se me hizo agua la boca, no pude evitar pasar la lengua por mis labios. Como si fuera un imán, llegué a su lado. Acaricié su rostro, pasé una mano por su cuello sin apartar la mirada de esos pozos negros hasta tener su seno. La tensión en mi pene fue electrizante.Su corazón latía muy fuerte, en ese momento comprendí mi sentimiento hacia ella, no era un enamoramiento juvenil. Por un segundo recordé las reuniones familiares donde la miraba desde lejos, en parte las morenas me gustaban porque quería minimizar el deseo hacia ella.—¿Estás segura?—Sí. —dejó caer el buzo.Jamás me había puesto a pensar en dónde tenía sexo. Pero en esta ocasión ese acto tendrá sentimientos de, por medio, el verla desnuda en la parte superior contra el fondo arbolado. No había nada alrededor. Y esa adrenalina, al estar expuestos, donde podíamos ser vistos, le daba un toque de excitación.Al
AngélicaLlegamos a la clínica de Eros, el guardaespaldas se quedó en el pasillo, lo mismo hizo el de Ernesto. El tener a dos hombres detrás de nosotros nos complicó el estar juntos. Pero algo se me ocurrirá. Lo cierto era que todo lo planeado y organizado para hacer a mi regreso a la universidad no lo tiraré a la borda.Había simulado tres clases a la semana a las siete de la mañana, así las había escogido para llegar a su apartamento y pasar un par de horas con él. Estábamos contando los días. Pero con lo acontecido ayer será imposible. La secretaria nos sonrió al ver a los hermanos Orjuela.Ernesto no quiere decir nada, no era necesario hacerlo para saber que sus pensamientos se encontraban en Italia y su deseo de asesinar a un hombre se hacían cada vez más anhelantes. Lo estaba llevando al límite de su paciencia. Y no podíamos dar papaya. Alonso nos había jodido a todos la tranquilidad.Mientras esperábamos la llegada de nuestro hermano, su secretaria lo había llamado por el inter
AlexeyTerminé de preparar el batido de chocolate, serví dos vasos, le entregué uno al guardaespaldas que ahora estará cuidándome. Esta mierda era ilógica, puesto que pegaba más duro que él.—Damián, toma.—Señor, estoy en servicio.—Lo sé, pero debo hablar contigo. —Le entregué el batido, en eso tocaron a la puerta, sabía, quién era, al abrir—. Hola, papá.—Hijo.Dicen que somos dos gotas de agua, pero a mí me falta mucho para compararme con el gran ser humano que era mi padre.—Señor.—Siéntate, Damián. —Le serví otro vaso del batido realizado a papá. Al entregarle el vaso, su mirada de nostalgia me hizo recordar cuánto extraño la casa—. Ahora, sí, hijo, ¿para qué querías hablar conmigo?—Es sobre la vigilancia. —Iba a hablar, pero alcé la mano—. Papá, sé cuidarme solo, créeme cuando te lo digo. No necesito tener a un guardaespaldas todo el tiempo a mi espalda. No he corrido a Damián porque cumple con su trabajo encomendado por ti, después de lo hablado con nosotros ayer, para a mam
AlexeyMe dejé llevar por el momento y el deseo de besarla por primera vez, dejándome llevar por el sabor de su boca, por ese aliento, el que se calaba por mis venas. Mordió mi labio y eso endureció una parte de mi anatomía. La tomé por la pequeña cintura para despegarla del piso. Mapa rodeó la cintura con sus piernas.Esto no era correcto, ella estaba borracha, no me aprovecharé de su estado, pero un poco más de sus besos serán un buen recuerdo. Metí mi lengua en busca de la suya, el beso nos estaba calentando y si no me detengo, no iba a poder detenerme… Pero ella… ¡Mierda! Las caderas de María Paula comenzaron a mecerse en busca de placer sobando mi endurecido pene.—¡Mierda! Mapa detente.—No quiero, se siente muy rico.Se bajó para llevarme hasta el mueble, se tambaleaba, no pude evitar sonreír. Me sentó, mañana ni se acordará de lo ocurrido. Volvió a besarme y se posicionó a horcajadas. Su intimidad quedó sobre mi erección, a pesar de su ropa íntima y mi jean, percibí el calor,
María PaulaOjalá se abriera la tierra y me succionará o que los alienígenas me abdujeran. Alexey estaba en un pantalón de dormir sin camiseta. ¿Puede existir un hombre más hermoso que ese ruso?—Si ingiero alimentos, lo devuelvo.La piel la tenía completamente erizada. El corazón demasiado comprimido. No debía de gustarle como mujer. Me rechazó, me ofrecí en bandeja de plata y no fui suficiente. ¿Qué más mendigarás, María Paula? Ni se te ocurra llorar.—Amor, te espero en el baño.Carolina me entregó un vaso con agua. Le sonreí al recibirlo, él me dio la espalda para dirigirse a la nevera. Borró mi beso con los de ella, ¿qué más tienes que pasar, María Paula, que te falta para que entiendas que solo te quiere como una hermana, ¿una amiga y nada más? Para él solo eres eso. Ya no más… Lo vivido y lo que veo era perder la dignidad. Me vio casi que desnuda y no me tocó. Me duele el alma, ni me atrevo a mirarlos a los ojos. A uno por haberlo besado y a la otra por desear tanto a su novio
GabrielaRegresé a la mesa donde nos habíamos sentado las cinco luego de dar mi discurso por la boda. Mis amigas me recibieron con felicitaciones por mi oratoria. Ya Maco había salido del grupo de soltera. Y eso que yo era la mayor de todas, aunque Maco no lo parecía por lo centrada y anciana mental que era.Ella, que siempre tenía razón en lo que decía, nació con ese don de tener boca de santo. Mil veces me había dicho: no mires a Samuel como el hombre de tu vida. Lo amaba, pero no era un hombre para una sola mujer. Es mi hermano y lo conozco, podría hacerte daño si no te ama. Porque cuando lo haga, será el hombre más bello del mundo. Solo deben llegar a ese corazón escondido.Nunca le he hecho caso, y espero no haberme equivocado con lo sucedido entre los dos en estos últimos meses. Ya había apostado por Samuel y mi sentimiento, por eso me entregué a él en la cárcel. —Sonreí como una tonta enamorada, al recordar...—¡Estos pasteles están deliciosos! —exclamó Rubí, que tenía rato de
Eugenia MaríaLe dio un beso en los labios, eso no se sintió bien.—Mi prima está presente. —llamarme prima tampoco fue agradable.—Ya me iba, tranquilos.Di media vuelta, necesitaba alejarme. En ese momento Angélica llegó con los ojos rojos y me quitó la bebida.—Amiga, necesito otra.—¿Qué tienes?—Por favor.—Ya regreso.Al volver a la mesa de los licores, Egan daba la espalda para quien se acerque y abrazaba por la cintura a su novia.—¡Qué no tengo nada con ella!, ¿de dónde sacas eso? Acaso no la viste, no es mi tipo, no es atractiva.—Es tu prima.—Tampoco lo es. Bueno, por cariño y por la gran amistad entre nuestros padres, desde pequeños nos enseñaron a verlas de esa manera, pero para mí no es nada. Ella no es nadie. —Eso dolió demasiado, mucho más, los ojos me picaron, no me aguanté. —Vaya. —dije, al girarse vi la vergüenza en su mirada.—Euma. —alcé la mano.—Ese apelativo es para las personas de la familia y verdaderos amigos. Creo haberte escuchado decir: no soy nadie. —Qu
SamuelLavé mi rostro para pasar el malestar ocasionado por Gaby. Sé que fue una metida de patas garrafales haberme acostado con ella. ¡Mierda, mierda, mierda! Pero en esa abstinencia fue mi única salida. No iba a justificarme, estaba demasiado caliente y ella se ofreció. Fui muy claro que solo sería sexo. Miré mi verga.—Esto es culpa tuya, por no mantenerte escondido.Ahora, ¿cómo arreglaré la situación con ella?, Ya no había manera, ya nada será igual y la familia lo iba a notar. Donde se entere mi madrina… —volví a mirar mi pene.» Te hace picadillo, ni desapareciendo del planeta te salvarás. Solo casándote y ni loco me casaba.Salí del baño, en la habitación estaba Julián. Por su cara de estreñido avecino regaño seguro… Pero ¿yo qué hice?De manera rápida busqué en mis recuerdos conversaciones, actitudes, gestos o acciones inapropiadas de mi parte desde la salida de la cárcel, pero nada, no había hecho nada, me he portado como un corderito.—Sam. —señaló la puerta—. Vi salir a Ga