Samuel
Una doctora con un par de enfermeros nos socorrió, no la dejé sola en ningún momento, al parecer ella era la misma que la había atendido a principio de semana cuando tuvo la misma crisis al ver a Carlos. Me dolía ver a mi mujer cerrada por el miedo, sin embargo, no sé hasta qué grado la maltrató ese hijo de mierda para que quedara de esta manera.
—Vamos a sedarla, así no altera a la bebé.
—Gracias, doctora.
—¿Se quedará con ella o llama a sus padres?
—No me moveré de su lado hasta que el sedante esté por terminar su efecto. Será mejor que no me vea a su lado.
—Entiendo. La señora Maldonado me explicó su reacción ante los hombres. —La doctora era joven, podría decir que era una recién egresada.
—Gracias.
Una vez en la habitación acaricié su vientre, mi hija pateó, esa sensación se sintió increíble. —Tomé una silla, la arrastré hasta llegar a la cama y me atreví a darle un beso en la frente, en la mejilla, en las manos y el último en la barriga.
—Hola, hija. —Se volvió a mover—,