Alexey
Llegamos en la madrugada al aeropuerto de Sicilia, y un rostro conocido nos esperaba. Los tres nos miramos y sin decir palabra seguimos al hombre, el cual nos condujo hasta un auto negro. Antes de ingresar, cruzamos de nuevo las miradas. El primero en ingresar fue Sam.
—A lo que vinimos.
Ingresamos, no hablamos, preferimos mantenernos en silencio y alerta. Después de todo, ese hombre era fiel a Alonso. Si lo veo, le parto la cara por poner en peligro a mi novia. Llegamos a un hotel, eran pasadas las dos de la madrugada. En un inglés no muy bueno, el hombre nos pidió quedarnos en el vehículo.
—¿Ahora a donde iremos? —Emmanuel miraba por la ventana.
Ha estado muy serio desde lo ocurrido con la loca de Ana María. Ahora sí comprendió lo dicho por todos en algún momento de nuestras vidas con relación a ella. Como dice Vainilla. —Ahora ese apodo no le quedaba, con lo fiera que había demostrado ser—. La demente de Ana María sacó los colmillos; en unas semanas la veremos embarazada si