Portia despertó con el lado de Latham de la cama vacío.
6:47 AM según el reloj en la mesita de noche. Típico de Latham—siempre despertaba temprano, sin importar cuántas pastillas para dormir tomara la noche anterior.
Portia escuchó sonidos de la cocina abajo. Cafetera burbujeando. Latham probablemente preparando desayuno.
Otra mañana normal en su vida de mentiras.
Se levantó, se duchó, se vistió con piloto automático. Eligió traje gris—profesional, neutro, el tipo de ropa que usaba cuando necesitaba sentirse en control.
Cuando bajó, Latham estaba sirviendo huevos revueltos.
—Buenos días, bella. —Sonrisa cálida, beso en la mejilla—. Pensé que necesitarías desayuno decente después de anoche.
—Gracias. —Portia aceptó el plato, se sentó en la mesa del comedor.
La mesa donde habían compartido miles de desayunos. Donde habían planeado vacaciones. Donde Latham le había propuesto matrimonio hace cinco años, colocando el anillo entre su taza de café y su tostada, nervioso y esperanzado.
¿Todo