Portia cocinó el pollo con precisión automática.
Marinar, sazonar, hornear a 375 grados durante cuarenta y cinco minutos. Arroz al vapor. Vegetales salteados con ajo y mantequilla.
La receta favorita de Latham. La que siempre pedía en ocasiones especiales.
Portia la había perfeccionado durante años de matrimonio, aprendiendo exactamente cuánto romero le gustaba, qué tan dorado prefería la piel, cómo servir el arroz para que quedara esponjoso pero no seco.
Detalles. Siempre había sido buena con los detalles.
Ahora se preguntaba: ¿qué detalles había perdido? ¿Cuáles había ignorado deliberadamente?
A las 7:03 PM, escuchó el auto de Latham en la entrada.
Portia respiró profundo, compuso su expresión, y fue a recibirlo.
—Huele increíble —dijo Latham al entrar, besándola en los labios.
Los labios que hace horas habían besado a Elena.
Portia se obligó a no retroceder.
—Tu favorito. Pensé que necesitábamos algo reconfortante después de la semana que hemos tenido.
—Eres la mejor. —Latham la ab