Kael
El hedor a perfume artificial de Lia y su presencia desnuda sobre mis sábanas eran una bofetada helada después de la intensidad de Lyra. Me quedé parado en el umbral de mi habitación, el recuerdo del Trato de Sangre y el sabor metálico de la posesión en mi boca me hacían sentir náuseas.
Ella me miraba con la confianza de quien sabe que es un premio su sonrisa era calculada, no genuina.
— Kael, cariño. ¿Qué haces ahí? —dijo, estirando una mano hacia mí—. Ven, la noche de bodas es en dos días, pero podemos empezar con la celebración ahora sé que lo deseas.—Cerré la puerta detrás de mí y la miré. Su belleza era innegable, pero mi lobo estaba muerto a su presencia.
Estaba sintonizado con una frecuencia diferente, una frecuencia que residía en el cuello marcado de otra loba.
— No, Lia —dije, mi voz era fría, despojada de cualquier emoción—. No lo deseo.
Ella se sentó completamente, su sonrisa vaciló.
—¿Qué?
— Estás en mi cama la boda es un pacto político, y lo honraré pero n