El corazón de Kendall empezó a latir con fuerza en cuanto vio a Ethan. Sabía qué decir para que su coraje aumentara, pero no sabía si tenía el valor de hacerlo.
Él la miró con serenidad y se colocó justo a su lado, observando los números del ascensor cambiar.
—¿Qué crees que haces? —preguntó con una tranquilidad que sorprendió a Kendall.
—No entiendo tu pregunta —respondió ella, tratando de imitar su tono.
—Sabes a qué me refiero. ¿Por qué estabas tan cerca del inútil ese?
—Que no se te olvide que es mi novio. Y, por favor, habla de él con más respeto.
Ethan bufó —una mezcla entre burla y desdén—.
—¿Pensaste en tu novio mientras estabas debajo de mí?
Su voz ya no era serena ni dura; era melancólica.
Kendall supo que le estaba haciendo daño, pero su corazón no se dejó ablandar.
—Fue un momento de pasión, no lo niego. Pero ya volvimos a nuestra vida, y todo debe permanecer igual —dijo con dureza.
Ethan la miró; sus ojos reflejaban una ira evidente. Se acercó a ella