Narra Brittany
Todavía sentía las manos heladas y el pecho apretado como si me faltara el aire. La noticia de su muerte no llevaba ni unas horas y ya me parecía insoportable existir en un mundo sin ellas: sin mi madre, sin mi hermana.
Mientras estaba sentada en la sala de espera, un doctor se me acercó con pasos medidos, con esa expresión neutral que intentan usar los médicos para no romper más a quienes ya estamos destrozados.
—Señorita Rodríguez —dijo con voz suave— necesito explicarle el procedimiento a seguir respecto a su madre y a su hermana.
Mis labios temblaron al escuchar esas palabras juntas. Madre. Hermana. Yacían frías, y yo debía ocuparme de “procedimientos”.
—¿Qué… qué debo hacer? —pregunté con un hilo de voz, apenas capaz de sostener su mirada.
El doctor se inclinó un poco hacia mí, con las manos entrelazadas.
—Entiendo que es demasiado pronto, pero debemos informarle. Antes de que pueda llevarse los cuerpos para darles sepultura, debemos realizar una autop