Narra Ethan
Sentir a Kendall en mis brazos es, sin duda, mi mayor felicidad en este momento. Su respiración pausada, su cuerpo tibio y relajado contra el mío... por primera vez en días, siento que todo está en su lugar.
—Te amo —susurré en su oído, dejando que mis labios rozaran su piel.
Ella sonrió suavemente, pero esa expresión se desvaneció al instante.
—A veces siento que no me amas lo suficiente —sus palabras salieron en un murmullo triste, cargadas de inseguridad, como si su corazón aún llevara heridas que yo no he podido sanar.
La miré, dolido. ¿Cómo no amarla? ¿Cómo podía pensar eso?
—Te amo tanto que... soy capaz de morir por ti —le dije, con una firmeza que me sorprendió incluso a mí.
Y fue ahí, justo en ese instante, cuando un recuerdo golpeó mi mente con la fuerza de una tormenta.
La noche de la discoteca.
Flashback.
Kendall estaba recostada, con la mirada perdida en el techo, cuando murmuró algo que me desgarró por dentro.
—No me amas... Si lo hiciera