XXIX. ¿Ahora, dónde conseguiré más dinero?
Miraba por el cristal del hospital hacia la sala estéril donde Mateo estaba recibiendo su trasplante medular, después de semanas de exámenes y preparaciones de todo tipo. Ver su pequeño cuerpo acostado en esa fría cama, me partía el alma.
No había derramado casi lágrimas, ni se había quejado de nada, e incluso el equipo de médicos, lo había felicitado por su valentía todos estos días.
Esas deberían ser las ganas que tenía de sobrevivir y curarse.
Pero en realidad, no era algo que me reconfortara, es imposible e ingenuo pensar que un niño tan pequeño no tendría miedo, si una persona adulta estaría aterrada, a pesar de saber que estaba recibiendo el tratamiento que mejoraría en un cien porciento su vida e incluso, podríamos decir que lo salvaría hasta de una posible muerte, por cualquier simple complicación.
No quería que Mateo se lo guardara todo por dentro, sentía que a pesar de nuestro acercamiento, aún no me tenía la suficiente confianza, o simplemente por su experiencia de vida, ib