XXVIII. Ningún ser humano debería pasar por eso
- Aquí estamos- anuncia Alicia, deteniendo finalmente el auto en el estacionamiento público del hospital y girándose hacia atrás, para ver como estaba Mateo, pero él seguía dormido.
Últimamente, se encontraba demasiado letárgico, la misma anemia lo mantenía siempre en un estado débil y de somnolencia.
Comienzo a llamarlo suavemente, acariciando su ensortijado y suave cabello y veo como poco a poco va reaccionando, abre sus lindos ojos verdes llenos de una lámina de humedad por el sueño profundo y pasa sus manos cerradas en un puño, para limpiarse la cara.
- ¿Ya llegamos tía?- me pregunta con su voz baja infantil, mientras mira por la ventana al exterior. Alicia ya se ha bajado del coche y está sacando las cosas del maletero, que son necesarias, para lo que promete ser una estancia larga en este hospital.
- Sí, ya estamos aquí pequeño, voy a ayudar a Alicia a bajar las cosas. Limpia bien tus manos con la toallita húmeda y no te las pases por los ojitos. Ponte la mascarilla nueva, an