Mundo ficciónIniciar sesiónEl silencio en el pasillo, roto solo por los sollozos contenidos de Memo, se cargó de una nueva tensión. Emilio acababa de confesar su secreto más oscuro, y su hermano, en lugar de juzgarlo, le había ofrecido su apoyo. —No estás solo en esto, Emi —susurró Memo, apretando el brazo de su hermano.
Justo en ese momento, las puertas del ascensor se abrieron.
Alessandro Bellini salió, su rostro sombrío. Detrás de él, pálido como un fantasma y flanqueado por dos de los guardias de seguridad de Luca, caminaba Federico Lombardi.
Emilio y Guillermo se pusieron de pie al instante. La mirada de Emilio era de un odio puro y helado. Ya no era solo el psiquiatra que se había acostado con su madre; era el esposo de Ivanka. El otro hombre en la ecuación de su propio hijo. La mirada de Memo era de pura confusión. Este era el hombre por el que su madre había gritado







