Mundo ficciónIniciar sesiónEl dique de contención que todos habían construido durante el último mes finalmente se rompió. Todos lloraron. Ricardo, en el pasillo, se quitó las gafas, abrumado. Alessandro lloraba en silencio, viendo a su sobrino finalmente encontrar la paz. La Dra. Navarro sonreía entre sus propias lágrimas. Memo y Emilio lloraban abiertamente, un llanto de alivio, de dolor por el pasado y de una esperanza abrumadora por el futuro.
Incluso Amelia, que apenas tenía fuerzas, lloraba de pura felicidad, su mano aún aferrada a la de Luca.
Mateo, el pequeño de cinco años, no entendía las lágrimas de los adultos, pero entendía la emoción. Vio al hombre que le había estado leyendo cuentos y que ahora hací







