Mientras Luca estaba llegando a su suite en el St. Regis, trataba de mantener su mente en calma, Li-Na unos días atras había desatado el caos en la habitacion de Amelia, ahora la tiene que confrontar.
Luca no se movió. Su rostro era una máscara impasible, pero su mente corría a mil por hora. Habían pasado más de seis meses desde la última vez que se había acostado con ella. Recordó esa última visita a la clínica, su negativa a dar una nueva muestra. Recordó el informe del médico semanas después: «Las muestras restantes no son viables.»
—No es mío —dijo Luca, su voz era un susurro peligroso. La sonrisa de Li-Na vaciló. —¿Qué? —No es mío, Li-Na. Ese tratamiento falló. El médico me lo informó. —Estás mintiendo... —No —dijo él, dando un paso hacia ella—. Pero tú sí. Compraste un donante, ¿verdad? Uno con mis características.
La cara de Li-Na se descompuso. El pánico reemplazó al triunfo. —¡Es tu heredero! —gritó ella, desesperada, su última carta. —¡Yo ya tengo un heredero! —rugió Luca
—L