Mundo de ficçãoIniciar sessãoLa habitación privada de Guillermo era un santuario de silencio, roto solo por la respiración entrecortada de los tres hombres. La verdad total, una herencia de dolor y secretos que abarcaba tres décadas, finalmente había sido entregada.
Emilio, sentado en la silla, tenía la mirada perdida, su mente analítica conectando frenéticamente los puntos. La confesión de Luca sobre Ámsterdam. Las cartas de su madre. La confesión de Noah. El odio irracional. Todo encajaba, excepto una cosa... el detonante. ¿Por qué ese día?
—La laptop... —susurró Emilio, tan bajo que casi no se oyó. Guillermo y Luca lo miraron. —¿Qué? —preguntó Memo.
—La laptop de mamá —dijo Emilio, sus ojos abriéndose de par en par con la epifanía—. El día del ataque. Cuando la encontré... ella estaba en







