Mundo ficciónIniciar sesiónAmelia tragó saliva, o al menos lo intentó. Sentía la garganta como si fuera papel de lija, áspera por el desuso y por el recuerdo fantasma del tubo de respiración. Abrió la boca para decir algo más, para repetir su nombre, pero solo salió un susurro seco, un jadeo.
El pánico regresó a los ojos de Luca, pero esta vez fue un pánico práctico. —Agua —susurró él, más para sí mismo—. Amore, necesitas agua.
Hizo un movimiento para desenredarse de ella, para bajarse con cuidado de la cama y buscar la jarra en la mesita, para llamar a la enfermera. El mundo real intentaba colarse de nuevo.
Pero la mano de ella, que él creía inerte, se aferró de repente a la tela de su camisa. Fue un agarre débil, frágil, pero desesperado. —No —susurró ella.
Él se detuvo al instante. La miró. Ella







