31: Los Cervantes.
— Señora Borbón. — la llamo Charlotte, quien se acercó a ella con un plato de comida en sus manos, con el que ocultaba un papel.
Emma se acercó, y sintiendo aquel papel bajo el plato que le había entregado, miró a su antigua dama a los ojos.
— Esa es la dirección de Mérida, ella ha estado rastreando a escondidas el paradero de esa mujer, Alicent. — dijo la monja y ex dama en voz baja.
Emma asintió. No podían hablar con libertad, así que disimuladamente habían compartido información. No había manera de saber en qué lugar Mónica Cervantes tenía labios y ojos.
— Gracias, Charlotte. — dijo con sinceridad. La monja negó.
— Los Cervantes quieren robar nuestra nación, y no somos pocos los que estamos en contra de ellos, pero también hay gente apoyándolos. Confío en que usted, hará lo correcto. —
Guardando aquel papel con gran disimulo, se acercó a uno de los huérfanos más pequeños para alimentarlo. Encontrar a esa mujer que Mónica usó para hacerse pasar por ella, le ayudaría a limpiar su nom