Oculto dentro del clóset, Brendan se acercó sigilosamente para observar por el fino espacio entre las puertas la habitación donde estaban conversando su padre y Chloe.
Había algo en la manera en que Thomas le hablaba, en cómo se acercaba a ella, que a Brendan le provocaba rechazo, como un mal presentimiento. Para él, su padre no era más que un lobo bajo la piel de un cordero, dispuesto a lo que sea para conseguir lo que quería. Y por la mirada en su rostro, el cazador había encontrado una nueva presa. Con los años, Thomas había perfeccionado la máscara que le mostraba a los otros para siempre salirse con la suya. Pero Brendan era capaz de distinguir las pequeñas grietas y esperaba que Chloe lo hiciera también, porque no solo parecía inteligente sino también una buena chica. Nadie sospechaba del monstruo que se ocultaba debajo de elegantes trajes a la medida y una sonrisa de galán de novela. Tenía una mirada que solo aquellos que habían probado de su veneno sabían que ocultaba cientos de malas intenciones. La hipocresía que destilaba a Brendan le revolvía el estómago, pero también le recordaba a diario el motivo por el cual estaba cerca de una persona tan cruel y nociva. Y ese era vengar la muerte de los padres de la niña que había conocido en el pasado y que hasta ese amanecer aún no podía olvidar. Los Lancaster vivían en su mismo vecindario cuando él era apenas un niño. Desde el momento en que conoció a Mathilde, ambos se hicieron muy buenos amigos. Pero pocos años después la familia se mudó. Solo eran unos niños en ese momento. Desde entonces, lo que Brendan sabía de Mathilde era lo que veía en las noticias. No podía negar que había crecido como una mujer hermosa y muy inteligente. Todo cambió cuando ocurrió el escándalo con Empresas Lancaster y descubrió quién se había vuelto el nuevo dueño. Brendan estuvo atento a las noticias, escuchando cómo la vida de Mathilde se derrumbaba a su alrededor y la sonrisa encantadora que poseía desde niña se iba desvaneciendo. Todo cambió cuando, con el tiempo, la antigua heredera Lancaster dejó de hacer apariciones en público hasta que se mencionó que había abandonado el país. En las noticias no se hablaba mucho de lo ocurrido. Brendan tenía la sospecha de que Thomas le había pagado a los medios para no hacerlo y evitar llamar la atención más de lo necesario. Brendan siempre supo sobre la verdadera cara de Thomas Davenport. Aquél que había manipulado a su madre mientras ella era su secretaría, metiéndola en un juego donde sólo él podía ganar. Aquél que la había amenazado y desechado como si no valiera nada cuando se enteró que ella tenía a Brendan en su vientre. Por eso nunca quiso conocerlo. Hasta que ocurrió la caída de la familia Lancaster y supo que debía vengar, no solo a su madre, sino también a la que alguna vez había sido la niña encantadora que le había robado el corazón. Decidió aceptar conocerlo, hablar con él y pasar tiempo juntos. No tardó en descubrir que aquello que su madre le había dicho de él era cierto. Era un manipulador doble cara. Thomas no pretendía recuperar al hijo que había rechazado cuando éste ni siquiera había nacido aún, sino usarlo para tener buena imagen con la prensa y tener un heredero confiable a quien dejarle su imperio robado. Pero Brendan también tenía sus propios propósitos ocultos mientras jugaba al papel de hijo perfecto. «Debo obtener su confianza, conseguir acceso a aquello que le muestra a unos pocos, conseguir pruebas de sus movimientos ilícitos y demostrar que fué el culpable tras la injusta caída de los Lancaster» Cuando Thomas abandonó la habitación, Chloe se apresuró a echar a Brendan. Cuando él la vió esa noche sintió que era atrapado por su mirada sensual y sus curvas provocadoras, pero también por algo que reflejaban sus ojos azules que él no lograba descifrar. Al igual que su sonrisa, la cual le resultaba extrañamente familiar. Aún así, Brendan tenía una única cosa en mente y no podía permitirse desviarse de aquello, del plan de desenmascarar a su padre. Mientras él regresaba a su habitación, pensó lo que había escuchado, la mentira que Chloe le había dicho a Thomas sobre las pastillas y se detuvo en medio del corredor. Él estaba regresando a su habitación pensando en la conversación de su padre con Chloe y en la mentira que ella le había dicho para ocultar lo de las pastillas, cuando se detuvo en seco en medio del corredor. Sabía que Thomas era desconfiado, que por más que Chloe le gustara y pareciera inofensiva no dejaba de ser una extraña, entonces pensó que su padre podría querer corroborar la información. Para evitarle problemas a Chloe, fué a buscar al mayordomo para que lo cubriera con la mentira, asegurando que la joven le había pedido las pastillas. Él era un buen hombre y aceptó sin problemas ni preguntar al respecto. Después de eso, Brendan finalmente se encerró en su habitación y se dejó caer en su cama. Observó el techo en silencio, pensando en todo lo que había ocurrido desde el momento en que había decidido comenzar con su plan para hacer caer a Thomas Davenport. El peso de su doble vida se volvía cada día más insoportable. Fingir afecto por el hombre que tanto despreciaba lo consumía por dentro, le carcomía el alma en silencio. Pero rendirse no era una opción. Si lo hacía, todo el dolor de su madre, y la tragedia de Mathilde, quedarían sin justicia ni redención. Inevitablemente, los recuerdos de su infancia regresaron a su mente, estos se iban desvaneciendo con el tiempo pero había algunos que persistían. Como los que protagonizaba la niña que había conocido en su infancia. Tampoco dejaba de pensar en la hermosa y encantadora joven en quien se había convertido, aquella a la que le habían arrebatado todo injustamente. «¿Dónde estarás Mathilde?»