84. Cruel engaño
Elian llegó por fin a la vieja cabaña donde mantenía oculta a Saphira. Apenas detuvo el coche, bajó apresurado y golpeó la puerta con tres toques secos y fuertes.
—¡Ya voy! —chilló una voz femenina al otro lado.
Saphira apareció segundos después, sonriendo al verlo. Esa sonrisa se le borró cuando notó la expresión de él. Elian frunció el ceño; cada vez que la veía, parecía más deteriorada… como si en cualquier momento no fuera más que piel y huesos. Pero apartó esa idea de inmediato.
Sin darle tiempo a reaccionar, la sujetó del cuello con una mano, apretando con fuerza mientras cerraba la puerta tras de sí.
—¡Elian…! —se ahogó, buscando aire.
La soltó de golpe, dejándola caer al suelo. Tosió con fuerza, con los dedos marcados en rojo sobre su delgado cuello.
—¿Qué… te pasa? —balbuceó, intentando incorporarse.
—Eres una maldita mentirosa —escupió, y le propinó una patada en el estómago. Ella gimió, doblándose y tosiendo sangre.
Le dio otro golpe antes de apartarse, llevándose las manos