59. ¿La historia se repite?
El dolor al día siguiente fue insoportable. Anoche solo había sentido placer, pero ahora tenía un cólico espantoso debido a la profundidad a la que se sometió, aún sin haberse acostumbrado a un tamaño nuevo. El de Elian era más mediano que el de su ahora esposo. Quizás por eso.
—No le digas a mi padre —murmuró Medea—. Sé que no debería ocultarlo porque Kaien y yo estamos casados, pero él se va a preocupar de más.
—No se preocupe, señora —dijo Rogelio con comprensión, mientras le ponía unas gotas en los ojos—. Usted sabe que siempre guardo muy bien sus secretos.
—¿Notaste si dejó marcas visibles?
—Tiene algunas zonas un poco rojas en el cuello. Le prepararé una blusa de cuello alto, tendrá que soportar el calor.
—Es el precio a pagar.
Parpadeó un par de veces, permitiendo que el líquido se dispersara dentro de sus retinas. Le ardía, pero era necesario cuidar muy bien su vista. Tenerla de vuelta era una bendición, y seguía cada indicación del oftalmólogo al pie de la letra.
—Señora, deb