36. Una nueva estrategia
Elian condujo hasta la casa de su madre como pudo. Tal vez ella pudiera ayudarlo en algo; siempre encontraba alguna salida para sus problemas. Tenía la absurda convicción —no sabía de dónde— de que quizá sabría cómo ayudarlo a recuperar a su esposa.
Aparcó el auto y bajó con apuro, buscándola por toda la casa. No estaba en la sala, así que subió las escaleras y fue directo a su habitación. Al abrir la puerta, deseó no haberlo hecho. Su madre gemía como una mujer vulgar entre los brazos de uno de sus empleados.
—¡Elian! —gritó ella, cubriéndose con una sábana—. ¿¡Por qué demonios entras sin tocar!?
—¿Te estás acostando con tu empleado? —la miró con repulsión mientras el hombre se vestía apresurado—. ¡Das asco, mamá!
—¡Sal de aquí ahora mismo! —rugió, furiosa.
Elian salió con el impulso de borrar de su mente lo que acababa de ver. Su día no podía ir peor. Estaba convencido de que pagaba algún tipo de castigo.
Ya en la sala, tomó una botella de whisky y, en lugar de servirse, bebió direc