—Esta es mi empresa —la voz de Paula resonó con una seguridad que pocos le habían escuchado antes—. Mi bisabuelo la fundó, y tengo todo el derecho de estar aquí. ¿Lo recuerdas, Javier? Yo soy la única heredera legítima.
Los empleados, expectantes, se miraron entre sí, algunos conteniendo sonrisas de incredulidad.
Aquella mujer siempre había sido vista como la esposa silenciosa, la figura decorativa que permanecía a la sombra de su marido. Y ahora, de pronto, se erguía con un porte implacable, cruel y despiadada, incluso con quien era su esposo.
Paula continuó, firme:
—Además, he venido a anunciarles a todos que el señor Zayn está de vuelta. A partir de hoy será el nuevo gerente financiero, hasta nuevo aviso. —Sus ojos se posaron en el señor López, quien se removió incómodo bajo la mirada de todos—. Esto no significa que lo reemplazaremos a usted, señor López. Usted es un buen empleado. Significa que Zayn será su auditor, y en breve definiremos un nuevo puesto para él.
Un murmullo reco