Patrick era la elegancia misma personificada. Lo sé, puede que crean que exagero pero digo la verdad. Parecía un ángel, o mejor dicho, el demonio más hermoso del infierno. Caminaba y vestía como si de un modelo se tratara y hablaba hasta por los codos.
Comenzó a saludar a todos y, cuando se detuvo frente a su hermano, sus ojos chocaron con los míos. Apartó la mirada, pero al instante la regresó y alzó las cejas con sorpresa.
—A ti te conozco —dijo entonces.
—No creo. —murmuré intentando disimular el rubor.
—¿Trabajas en televisión? ¿Eres famosa?
Negué con la cabeza y se me escapó una sonrisa. Estaba repitiendo lo que me había dicho en el antro de mala muerte en el que nos habíamos conocido.
—Ahora me doy cuenta de que no te he visto antes, si abría visto esa sonrisa en otro momento, lo recordaría.
Noté como Antoni a mi lado carraspeó.
—¿Se conocen?
—Nos encontramos el sábado cuando salí con mis amigas. —me apresuré a explicar.
—¿Estás aquí desde el sábado y ahora es que vienes a s