Narrado por Myra
Bajar del lomo del lobo blanco no es tan fácil como suena.
Sus músculos aún vibran bajo mis manos cuando se detiene en medio del patio del castillo. Todo el lugar parece contener la respiración. Hay guerreros formados, sirvientes detenidos a medias en sus tareas, ojos curiosos que se clavan en mí como agujas.
Soy el centro de atención.
Y ni siquiera soy yo.
Trago saliva. Mis piernas están entumecidas del viaje, pero no puedo caer. Una Luna no tropieza, no tiembla, no se aferra. O eso dijo Selara.
Intento bajar con dignidad. La realidad: casi resbalo, y solo evitó mi caída porque su lomo se tensa justo a tiempo para estabilizarme. Un pequeño empujón, apenas un gesto… y ya estoy de pie frente a él.
Eryon Hale se transforma de nuevo en humano.
No importa cuánto intente mentalizarme: verlo cambiar sigue siendo antinatural. Su cuerpo se estira, los huesos crujen, la piel se reacomoda en cuestión de segundos. Donde estaba el lobo, ahora hay un hombre.
El hombre más intimid