Sasha
Él me suelta de inmediato, como si mi contacto lo quemara.
Su mirada se oscurece.
— Siempre te he protegido.
— Y Adrian también, de cierta manera.
Él ríe, un sonido amargo.
— ¿Así que eso es? ¿Ahora lo defiendes?
— No defiendo a nadie. Solo trato de entender.
Dante pasa una mano por su cabello, visiblemente al borde de la explosión.
— Él juega contigo. Te manipula. Quiere poseerte.
— ¿Y tú, Dante? Susurro. ¿Qué quieres?
Él me fija, sus pupilas dilatadas por una emoción cruda.
Veo la respuesta en sus ojos antes de que la pronuncie.
— Tú.
Su confesión resuena entre nosotros como un trueno.
Pero antes de que pueda responder, un aullido retumba a lo lejos. Un aullido de lobo, seguido de un grito humano.
La alerta.
Dante se queda paralizado, inmediatamente en modo de combate. Yo también.
— Vamos.
Corremos a través del bosque, nuestros sentidos alerta. El olor a sangre es fuerte, demasiado fuerte.
En el borde del territorio, una escena de caos nos espera.
Tres de nuestros lobos están