Estoy sentado en mi despacho, rodeado de mis más cercanos colaboradores, mi hermano Kaelos y Somael, el nuevo consejero enviado por Dante. Somael, un hombre astuto y calculador, lo habia visto anteriormente y se con quien estoy hablando.
—Alfa, tengo que informarle que hay un gran descontento entre los miembros de la manada con respecto a su casamiento con Amira —dice, su voz llena de gravedad.
Me recuesto en mi silla, mirándolo fijamente, tranquilo, porque esta vez no creo que lo mate. Aunque ganas no me faltan porque odio a todos aquellos que le lamen el culo a Dante.
—¿Y qué importa lo que ellos quieran? —le respondo, mi voz firme y autoritaria—. Soy el Alfa de Alfa, y no tengo que pedirle permiso a nadie para tomar mis decisiones.
Somael asiente ligeramente, pero puedo ver la duda en sus ojos. Pero contengo la respiración cuando el veneno ataca nuevamente mi sistema nervioso. La mano que tenia sobre la mesa la bajo cuando me empieza a temblar, pero aunque soy rápido, siento que So