Estoy detrás de la puerta, escuchando la conversación entre Thane y un sujeto que no tengo ni idea quién es.
—Quiero que me entregues a la sanadora —dice el hombre con una voz firme.
—Esa loba es mía —responde Thane con una voz posesiva que me hace estremecer.
El hombre se ríe secamente.
—Thane que sabes cómo funcionan las cosas. Sabes cómo funciona el sistema. Todos los desviados deben ser eliminados. No he venido a este planeta a esconderme y morir.
—No vengas a recordarme las normas que yo mismo inventé —dice Thane con una voz autoritaria—. Si esa sanadora está en mi castillo, es porque así yo lo decido, yo lo quiero, se me da la gana. Y no hay nadie en este reino ni en los demás que pueda impedírmelo. Soy el alfa de alfa, y mis decisiones se respetan.
—Las decisiones se respetan, pero cuando son las correctas —responde ese hombre con una voz desafiante—. Y hay un consejo que tú no puedes pasar por encima de él. Y es una traición que tú tengas una sanadora y no la hayas matado. Y a