La presión sobre Leo era palpable. Cada segundo que pasaba era uno menos para detener la infiltración en el sistema. El sudor perlaba su frente, pero no podía permitir que el miedo lo dominara. No era solo su vida la que estaba en juego; el destino de todos los que dependían de ellos, de la organización, estaba al borde del colapso. Cada palabra que tecleaba en el terminal parecía ser la última oportunidad para salvar la situación.
Sofía, de pie junto a él, vigilaba el entorno con una mirada fija y alerta. Cada chisporroteo en el sistema de seguridad, cada señal de una posible brecha, la hacía más consciente de la inminente amenaza. Sabía que el tiempo se agotaba y que cada movimiento debía ser calculado. La red enemiga había logrado infiltrarse más de lo que imaginaban, y aunque Leo estaba haciendo todo lo posible por rastrear el origen, no podía sacudirse la sensación de que estaban siendo observados desde las sombras.
-Necesito unos minutos más -murmuró Leo, su voz llena de determi