El aire estaba pesado, cargado de la tensión que envolvía todo lo que Isabela había planeado en los últimos meses. Desde su oficina, la vista de la ciudad parecía tranquila, pero por dentro, sentía como si estuviera a punto de estallar en mil pedazos. Ya no podía confiar en nadie, ni siquiera en sí misma. El mensaje de su contacto en la policía seguía resonando en su mente, como un eco sin respuesta. "Ignacio no es quien dices que es. Está involucrado en algo mucho más grande. Ten cuidado, Isabela." Las palabras se le clavaban en el pecho, como si le hubieran robado el aliento.
Se levantó de su escritorio y caminó hasta la ventana, observando las luces de la ciudad que nunca dormían. Pero a medida que sus pensamientos se oscurecían, una figura apareció en su mente, alguien a quien había mantenido alejada durante años, pero que ahora estaba más cerca de lo que nunca había imaginado: Clara. La joven empresaria, con su inocencia y ambición, había sido una pieza en su juego. Isabela la ha