Narrado por Anya
El eco de la explosión aún resonaba en mis oídos mientras observaba el cráter donde Aiden y Morgana habían desaparecido. El mundo parecía haberse detenido en ese instante, congelado en una imagen de devastación y pérdida. Mis piernas cedieron, y caí de rodillas, incapaz de procesar la magnitud de lo que acababa de suceder.
—Aiden... —mi voz se quebró en un susurro ahogado.
La mujer encapuchada, nuestra inesperada aliada, se arrodilló a mi lado, colocando una mano reconfortante en mi hombro. Pero su toque, aunque bienintencionado, no podía penetrar la barrera de dolor que se alzaba a mi alrededor.
—Debemos irnos, Anya. No es seguro permanecer aquí. —Su voz era firme, pero teñida de compasión.
Negué con la cabeza, las lágrimas nublando mi visión.
—No puedo... no puedo dejarlo aquí. Él... él no se ha ido. Lo siento.
Ella frunció el ceño, mirando el vacío donde antes se encontraba Aiden.
—Anya, lo que sientes es el residuo del vínculo que compartían. Pero él...
—¡No! —gri