ADELINE DE FILIPPI
Entré a mi oficina dejando el bolso sobre el escritorio. Aún era temprano, y ya necesitaba café. La semana había estado tranquila, excepto por la fiesta de Tía Ella, un Lucien extremadamente Celoso y ardiente que aprovechó este fin de semana sin Anny para demostrarme cuanto me ama, y cuanto lo amo yo a él. Creo que ponerlo celoso me gustó, y mucho, verlo con ese fuego me dejó deseando más.
Al abrir la puerta de mi oficina, me lo encontré ahí.
Silvano.
Sentado con toda la tranquilidad del mundo en una de las sillas frente a mi escritorio, hojeando unos papeles como si fuera el dueño de la empresa. Sonreí con los brazos cruzados.
—Vaya… hasta que por fin regresamos, ¿eh?
Silvano levantó la vista, su sonrisa torcida intacta.
—Buenos días, Addy. Hoy te devuelvo a tu hermana —dijo con fingida solemnidad—. La llevé esta mañana a la universidad. Esta tarde la llevo a casa, lo prometo.
—Gracias por tu amabilidad, gracias por devolverme a mi hermanita. — Dije con sarcasmo.
—D