KIARA DE SANTIS.
El escándalo de Anny fue too much.
O sea… tan desconfiada la niñita.
Solo porque abrió una puerta y me vio en el departamento de su novio, en bata de seda, con el pelo suelto y la cara recién lavada, creyó que era la amante de su hombre.
Por favor.
No la culpo. Mi hermano una novia intensa que se lanza al cuello si ve una pestaña ajena caerle encima.
Pero no soy “la otra”.
Soy la hermana.
La reina del castillo.
Lo bueno es que Noah había llegado, se había perdido el escándalo de los celos de mi cuñadita pero llegó para poder entretenerme con él.
—Noah —canturreé desde el pasillo, con mi mejor voz dulce—. Llévame de compras.
Él ni siquiera alzó la vista del tablet donde revisaba algo que claramente no era más importante que yo.
—Tengo trabajo que hacer, señorita Kiara —respondió, seco como el maldito desierto.
—No hay trabajo más importante que yo, cariño —repliqué con una sonrisa de las mías—. Ven, vamos. Necesito cosas lindas… o le diré a mi hermano que me ignoras