LUCIEN MORETTI
Volver a casa después de una semana en Barcelona con Addy era como recuperar el aliento.
Ella dormía en mis brazos en el jet privado, y sí, me había aburrido de pedirle a la tía Moira su jet, así que compré el mío. Ahora podría llevar a Addy a donde quisiera.
Esa ciudad nos había gustado y unido más de lo que esperaba, sin contar que nos llevamos una grata sorpresa: un nuevo primo para Addy.
Asher… ese chico era un espejo viviente de tío Bastien, pero también un aliado inesperado. Lo invité a Italia. Quería crear una buena relación de amistad con él; tener a la familia cerca, de cierta manera, haría a Addy feliz, y eso era todo para mí.
Al llegar a casa, Addy se fue directo al baño. Estaba agotada.
Yo también.
Pero la cara de Paolo al interceptarme en el pasillo me hizo olvidar todo rastro de cansancio.
—¿Qué pasa? —pregunté sin rodeos.
—Tenemos un problema —dijo, entregándome su celular.
En la pantalla, informes. Videos. Fotos. El logo de Seraphim Corps.
Y algo peor.
N