LUCIEN MORETTI
Pasaron dos días desde que volví. No podía comer, no podía dormir, no podía detenerme. No esta vez. Estaba en una carrera contra el tiempo. No sabía cuándo este maldito haría su movimiento… y podría dañar a Addy. Mi Addy.
Tenía tres pantallas encendidas, una taza de café olvidada y más de quince carpetas abiertas con datos cruzados. Rastros bancarios. Transacciones en criptomonedas. Contratos fantasmas. Nombres falsos.
Pero todos tenían algo en común:
A.F. Holdings.
La misma empresa que había destrozado hace un año.
La misma que, ahora lo sabía, era una máscara. Un disfraz. Una pantalla.
Ángelo Crane.
El hijo de la mujer que tío Bastien eliminó por querer destruir a tía Kate.
Lo recuerdo muy bien. Era pequeño, pero no lo olvido: nos robaron a tía Kate, y ella perdió la memoria. Addy lloraba en mis brazos porque su mami no la recordaba. Pero tío Bastien cruzó el mundo para encontrarla, hasta que la trajo a casa.
Esa mujer estuvo detrás de esa desaparición.
Y su hijo… su