Capítulo 35
Estoy tomando un jugo de naranja mientras observo cómo Martín se mueve de un lugar a otro para irse a la empresa. Anoche, cuando llegó, él pensó que seguía enojada, pero intenté verme lo más tranquila posible.

—Amor, ya me tengo que ir. Si gustas, almorzamos hoy para que no te sientas sola en casa —qué idiota.

—Nos vamos hablando, ve tranquilo —Martín deja un casto beso en mis labios y luego se va.

Estoy corriendo directo a la empresa de Salvatore Roldán. Me sentía algo nerviosa, sin embargo, estaba feliz de poder trabajar y sentirme útil.

—Señora Ferrer —unos hombres me detienen en la salida de mi casa.

—¿Ustedes son?

—Somos unos guardaespaldas que el señor contrató para su protección —¿¡Qué!? ¿Martín hizo qué? ¿Por qué demonios no me dijo nada?

—Oh, ya veo. Bueno, pues yo debo ir a trabajar, espero sean discretos en los lugares a los que vaya, no siempre me gusta que mi esposo sepa a dónde voy.

—No se preocupe, señora, de nuestra parte tendrá discreción.

—¿Cuáles son sus nombres?

—Ja
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