Chiara pensaba que estaba sola en la mansión... o eso creía.

Hacía días que deseaba hablar con alguien, alguien de su edad, y justo en ese momento una voz juvenil la sacó de sus pensamientos. Era una joven de cabello negro, vestida con ropa casual pero de alta calidad. Se presentó como Antonella Bianchi, prima menor de Adriano. Al parecer, debido a las amenazas recientes, su padre había decidido enviarla a la mansión para su protección... y de paso, para acompañar a Chiara.

—Hola, tú debes de ser Chiara, la prometida de mi primo Adriano. Yo soy Antonella Bianchi, hija de su tío Carlo. Mi padre me envió aquí para cuidarme… y también para hacerte compañía —dijo con una sonrisa cálida.

Chiara, sorprendida pero aliviada, le devolvió la sonrisa. Hacía días que anhelaba conversar con alguien que no fuera un guardaespaldas o un sirviente.

—Hola, Antonella. Sí, soy Chiara… la prometida de Don Adriano —respondió con un tono solemne. Aún no se acostumbraba a llamarlo por su nombre, aunque sentí