11. Laberinto de Amor
XIMENA
—¿Mi niña qué pasó, porque lloras?. Ximena
—No debí volver Diana. ¡Jamás debí volver!.
Soy una estúpida, no hay otra forma en la que me pueda llamar porque solo una estúpida como yo reacciona como lo hice, solo una estúpida como yo acepta ese trato con el hombre que Cristopher piensa que me acuesto.
Juro que no quiero pero tampoco lo puedo evitar, las lágrimas se me caen mientras manejo y ojalá tuviera un limpiaparabrisas como el auto que te ayuda con un solo botón pero no. El ser humano no está diseñado para esto si no para dejarse llevar por sus emociones ilusas como yo, no debí aceptar.
—No debí aceptar.
Y aún estoy a tiempo de salir de este hoyo en el que me metí pensando que aún quedaba algo entre Cristopher y yo así que caminó directo a romper con este círculo vicioso así como se me ha roto el corazón.
—Necesito hablar con el señor— la secretaria de ese hombre me mira como si no me conociera pero bien que lo sabe— ahora.
—El señor está en una reunión muy importante